En la Edad Media, los carnavales se consideraban una inversión social, el que no tenía poder se disfrazaba de obispo y en general todo el pueblo se disfrazaba de los poderosos, bailaban la danza de la muerte con las guadañas (esqueletos, la figura de la muerte) haciéndoles ver que ellos también iban a morir.
Por miedo a las rencillas aprovechándose de las máscaras, los carnavales estuvieron prohibidos durante el franquismo.
En el Centro no tenemos tradición de celebrarlo, aunque de cara al año que viene no nos importaría comenzar a hacerlo.
Este año recibimos la visita de la Coral de Echarri—Aranaz en la cafetería. Cantaron durante una hora y nos dieron tabaco y caramelos.
En Pamplona tampoco hay mucha cultura de carnaval, pero en muchos de los pueblos de Navarra es una gran fiesta que cuenta con años de tradición en algunos de los casos.
Ejemplo de ello son los siguientes:
El Zanpanzar Ituren—Zubieta, donde los de Ituren salen al encuentro de los de Zubieta para marchar juntos después hacia el primero.
En Oronoz—Mugaire los jóvenes del pueblo van por las calles pidiendo dinero y comida para almorzar. Van tocando el acordeón y cuando terminan el recorrido están un poco “tocadicos”
Alsasua mira a su pasado rural. El momotxorro es una figura mitad humano, mitad oveja. Es el embajador indiscutible de esta fiesta que recorre las calles del pueblo. Esta tradición se recuperó en 1982, ya que fue prohibida durante la dictadura de Primo de Rivera, la Guerra Civil y el Franquismo.
Lantz-. La justicia de Lantz condena a la hoguera a Miel—Ochín, personaje indiscutible del carnaval de este lugar, que representa a un bandido que durante un tiempo perturbó la convivencia del pueblo. El martes de carnaval se representa la quema del bandido ( acompañados de los txatxos y los txistus)
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